Tuve muchos conflictos a la hora de elegir
un tema y hasta hace poco menos de cinco minutos no tenía idea qué tema iba a
tocar. Como puse en un meme durante la semana, les prometí un chisme -con
pruebas y todo el p2- porque tengo mucho rato que no hablo de mi vida personal
y mis relaciones personales porque como que me "apasivé" (no c si
existe la palabra, arréstame RAE) mucho. No les miento, terminé el 2018 súper
cansada del drama que viví ese año y, al menos por el momento, meterme en
problemas está en el último de mis deseos. Tons por eso lo dejé de lado, ya
saben. Al final del día no importa lo que escriba o deje de escribir, la gente
siempre encontrará algo con qué ofenderse.
Aclaro: NO es mi problema y tampoco es
algo que me perturbe.
Aún así, estuve muy tentada a escribir
sobre el asunto de Monse o sobre el asunto de Mamuel. Ambos asuntos con
temáticas parecidas, casi paralelas, sin tocarse pero en una misma linea.
Estaba lista ya, a lo mejor iba a titularlo como "amigos que no son amigos
PARTE II" o algo así pero bueno, pensé que todavía no tengo la versión de
ellos para encajar mis pensamientos y formarme una opinión más completa de lo
que pasó así que se me encogió el corazón -y el sentido común-. Estoy hartaaaa,
pues.
Como les dije, hasta hace poco que decidí
el tema, muy contrario y lejano a lo planeado. Les voy a hablar de algo que
ocurrió en mi clase de los sábados y algo que en general he notado estos ocho
meses que llevo asistiendo con el mismo profe y casi los mismos compañeros.
Es una clase de creación literaria. Al
inicio éramos como trece personas -o sea, muchos-, un 90% compuestas por
hombres. Sólo habíamos tres mujeres: Una señora ya grande, una mujer unos años
más grande que yo y yop mera.
La clase consiste en cada semana llevar un
cuento, lo leemos y lo analizamos, lo criticamos y hacemos observaciones que
puedan ayudar al escritor a mejorar.
Mi experiencia con eso ha sido de lo más
divertida y muy alentadora: En la mayoría de los casos he recibido muy buenos
comentarios sobre mi redacción, mis historias, mis personajes y todo. Incluso
el sábado pasado el maestro remarcó que tengo un buen ritmo y que eso es muy
importante porque aunque fuera una idea terrible la de un texto, con mi ritmo
ni se nota. Me sentí bien, creo que nunca me había elogiado sin ser mi cuento
el centro de aquello. Todo bien.
Pero después de que leyeron mi cuento de
este sábado pasado, omg, les prometo que jamás los había visto así. Ese sábado nomás
éramos alrededor de seis personas -contando al maestro-, todos hombres menos
yop, evidentemente.
Mi cuento va más o menos así: Es la
historia de una chica transgénero que habla de cómo fue rechazada por su madre
por lo mismo, y que al final quién se convirtió en su mamá fue la vecina,
porque ella la cuidaba y la llevaba a la escuela y le enseñaba cosas de la vida
y todo eso. Hice mi mayor esfuerzo por retratar la realidad de la vida de las
personas trans en este país sin caer en lo morboso y amarillista: Una vida
violenta, llena de rechazo y burla, pero que entre rasgones humanos había
cabida para el amor de familia y el descubrimiento personal. Al final del
cuento asesinan a la mamá de esta chica en un asalto y la chica entonces decide
hacer justicia y busca al homicida y luego lo descuartiza. No di muchos detalles
sobre el desmembramiento aunque no me pandea dar detalles, simplemente escribí
lo necesario para que se diera a entender.
La cara de mis compañeros al terminar de
leer fue algo más o menos así:
y así:
y así:
No les gustó -no lo dijeron pero yo sé que
fue así- porque "es muy violento", porque "el final era
innecesario", porque "pudo haberse quedado la chica trans con una
lección de vida y dar por terminado el tema", porque "el personaje
crea empatía pero cuando empieza a decir que le gusta acostarse con los hombres
pero que los aborrece, entonces pierde esa gracia", porque "se puede
interpretar que los trans tienen tendencias violentas y les da mala
imagen", porque "así no son ellos". Uno de ellos se atrevió a preguntarme
si conocía a alguien trans.
El comentario del profesor fue más conciso
y más directo al tema: Hay quizás demasiado detalle y maroma mental, le hace
falta una podadita y ya está.
Mis compañeros continuaron debatiendo,
insistiendo que el cuento era "radical", era "moralista"
porque quería "imponer" una visión y una manera de pensar y de sentir
a los lectores.
Uno de los chicos comentó, casi al final,
contraponiéndose con todo lo antes expuesto, que el cuento le pareció bien, que
lo entretuvo y que al final esa es la finalidad del arte: Entretener y que yo
podía escribir de lo que quisiera y no tendría que preocuparme de las
repercusiones en la sociedad.
Ahoraaaaaa, oBVIAMENTE defendí mi cuento y
defendí mi posición, porque ya saben que soy bien hocicona y no me puedo quedar
callada cuando encuentro algo ridículamente idiota o sin sentido.
Yo a ellos los respeto y los aprecio
mucho, pero la verdad es que sí me hicieron sentir bastante triste y enojada
porque comprobaron lo que tanto estuve temiendo meses atrás: El arte, el ser
escritor, el ser joven y estar en contacto con la tecnología, el tener tantas
puertas abiertas al conocimiento, el tener tal grado académico, tal trabajo, no
es garantía de la sensibilidad. Ellos, así como mucha gente e incluso como yo
todavía, están -mos- cegados por nuestros prejuicios.
Siento que no leyeron lo que yo escribí,
ellos leyeron lo que les convino y hasta cierto punto creo que eso es normal,
porque la interpretación es libre y está sujeta al criterio propio.
Por lo mismo, es fácil ver el prejuicio de
las personas cuando te comparten su interpretación de las cosas:
Cuando uno de ellos me dijo algo como: La
escena final violenta arruina el cuento, yo le respondí: Todo el cuento es
violento, desde el momento en que su madre rechaza a la niña trans por ser
trans ¿Por qué el final es más violento? ¿Por qué representa más violencia
cuando la chica trans hace justicia por el asesinato de su madre?
Ellos lo único que vieron fueron las
carencias del personaje: Vieron que le tenía un "resentimiento" -que
más bien yo diría una opinión firme y franca- hacia los hombres. Vieron que
mató a un hombre. Y eso es todo.
No vieron el rechazo de su progenitora. No
vieron cuando estaba en la primaria y que un niño más grande le bajó los
pantalones para "ver qué era" y que los maestros y director se
hicieron pendejos. No vieron cuando unos malvivientes le arrojaron una botella
de cerveza en la cara. No vieron nada de eso. Ni siquiera vieron cuando durante
un asalto un culero asesinó de un machetazo a la mamá de esta chica.
No vieron la violencia hacia las mujeres y
en este caso, hacia la mujer trans.
Sólo vieron cómo uno de esos malditos pagó
y cómo una mujer trans lo hizo pagar.
Y eso fue lo que más me emputó. Que ellos
no vieron eso. Que prefirieron jugarle a la carta de la víctima -como los
hombres y gente en posición de poder hace-, porque es más fácil empatizar entre
ellos que ver la realidad.
Ellos no leyeron el sufrimiento y el
dolor. Y para el colmo, uno de ellos lo expresó así: "Si lo hubieras
dejado en que se arrepentía y que de ahí sacaba algo bueno, una enseñanza,
hubiera estado más bonito", ellos no querían justicia porque no veían que
se necesitara.
Comprobé lo que tanto estuve temiendo,
como ya les dije: Lo prejuiciosos que son y que además de eso, ni siquiera son
capaces de reconocerlo.
No voy a mentir, cuando lo escribía el
viernes a las once de la noche, me conflictueé mucho porque me dije a mí misma:
"Estoy tomando a un personaje que representa a una comunidad MUY marginada
y la voy a poner en esta situación y va a desencadenar esto, ¿está bien? ¿lo
estaré haciendo mal? ¿es buena idea?".
Me aventuré. Lo terminé al cabo de
cuarenta minutos y lo imprimí. Que fuera lo que Diosita quisiera.
Y así fue, porque estuvimos debatiendo
sobre mi cuento como media hora, poquito más de eso y es lo que más se ha
hablado de un cuento en clase.
Se tachó así el cuento: De radical, de
moralista, de dar mala imagen, de adoctrinamiento, de no sé qué más.
Ellos querían que escribiera de cosas
bonitas y yo no puedo estar más en desacuerdo.
Porque soy una artista, me he considerado
así por más tiempo de lo que me he considerado humana. Y como artista, tengo la
responsabilidad de retratar a la vida y la vida no es bonita, no siempre lo es
y menos en comunidades tan marginadas como la LGBTQ+, las personas con
discapacidad, los animales, las mujeres, las personas de color -personajes MUY
recurrentes, protagonistas, en mis historias-
Yo no voy a retratar a una mujer trans
para que sea vista como víctima, como mártir, como una tragedia, porque eso ya
lo viven, eso ya pasa y yo no quiero seguir en eso. Yo voy a escribir sobre
como es, cómo podría ser, como debería ser y como no es.
Como les dije a ellos en ese momento: Yo
no tengo moral porque para empezar ni creo en eso. Y si alguna vez veo una
noticia de una chica trans que mató a su maltratador, al que la estaba jodiendo
la vida, voy a pararme y le voy a aplaudir por valiente y por chingona.
Porque, amigUES MÍOS, yo no creo que los
delincuentes, que la gente mala, sea merecedora del trato humano. Son poco más
que un conjunto de órganos y células para mí. Si pudiera les volaría los
órganos internos en un abrir y cerrar de ojos y me daría exaCTAMENTE IGUAL.
-en este punto pueden tacharme de radical
violenta y chalalá pero miren que yo no he violado a nadie ni lo he asaltado ni
lo he asesinado-
Al final, el cuento ni siquiera habla de
que la chica trans mató a alguien en defensa de su identidad. Mató a alguien
por vengar a su madre. Fin. Si alguien le pusiera una mano encima a mi gfecita,
tengan por seguros que le prendería fuego a todo el país y me vale madre a
quién me lleve de por medio #sorrynotsorry.
¿Por qué alguien trans, alguien indígena,
alguien con discapacidad, alguien mujer, alguien pobre, alguien lgbtq+ debe ser
diferente? ¿Por qué somos menos merecedores de justicia social? ¿Por qué se nos
trata de delincuentes cuando nos defendemos?
Me parece que conseguí lo que quería
conseguir: Abrir el debate y conocer más a fondo sus opiniones.
No puedo hacer gran cosa con eso, la
verdad, pero ahora estoy más consciente del terreno donde estoy y con quién me
estoy rodeando.
Y no quiero que me malentiendan, ENTIENDO
por completo la responsabilidad que tengo al escribir historias y al dejar que
otros la lean, porque aunque creo que la intención del chavo que defendió mi
trabajo fue buena, pienso que el arte sí tiene impacto en la sociedad. Nos
moldea de alguna manera... y si no me creen, ahí tienen las pinturas del
PEDERASTA de Picasso, las películas del violador Polanski y Woody Allen, la
música -que extrañamente se usa para promover la cultura de la paz- del maltratador de John Lennon.
Estamos inmersos en una sociedad violenta,
donde el monopolio de la brutalidad recae -nos guste o no- en los
hombres.
Si alguien que no es hombre tiene una
reacción agresiva es violento y está mal, porque la violencia sólo es de los
hombres, porque la violencia de los hombres es invisible.
Termino todo esto diciendo que qué triste
pero a la vez qué iluminador saber y conocer lo que otros piensan.
Que mis palabras lleguen a todos los oídos
y ojos, -y manos también-, necios o no, y algo les remueva. Porque yo escribo
para provocar y desafiar y hacer que las personas se cuestionen, se enojen, se
indignen, se enamoren, se entristezcan y pues, QUE SIENTAN algo. Se necesita
más sensibilidad en este mundo.
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