Cuando pasó, no le conté a nadie. En mi mente quise borrarlo y así fue: Los sentimientos de humillación, de estupidez y de vergüenza me llenaron. El miedo llegó también, enterrando todo a su paso. Al cabo de pocos días o semanas, me atreví a contarle a alguien. En este caso le hablé sobre el asunto a mi amiga que estaba presente -inconsciente- Dianita y a Ingrid -mi ex novia y ex amiga-. Me tardé alrededor de dos o tres meses en poder articulárselo a Fany, mi amiga, porque me sentía apaleada por la vergüenza.
Creo que lo pude predecir. Las señales eran claras, las intenciones, explícitas. Pude huir, pude haber pensado mejor. Pude haberme evitado esta herida en mi corazón, pude haberme evitado ese cardenal en mi brazo izquierdo. Pude haberme evitado el horror y los demás sentimientos y las lágrimas y la sensación de vacío.
No lo hice. De verdad pensé que éramos amigos y que eso seríamos siempre.
Escribí sobre él en mi blog de la edición pasada (-adjunto evidencia aquí ); Mi amiga, con quién hice el viaje a la cdmx en marzo del año pasado, me lo presentó. Fue el primer rostro desconocido que vi. Nos recibió en su casa, nos prestó su cama para dormir. Siempre fue muy amable, nos condujo por la cdmx en la mayor parte del tiempo que estuvo presente. Como era amigo de mi amiga, se la pasó más con ella que conmigo pero cuando se dirigía a mí siempre fue respetuoso. Hubo un momento, recuerdo bien, en que se acercó hacia mí y para hacerme plática, extendió su brazo alrededor de mi espalda para atraerme hacia él y me hacía preguntas.
-Mariana, si tuvieras que presentarte conmigo con sólo una cosa, ¿Qué dirías?-
-Me gusta Glee- le confesé. Y él, en medio de todo el zócalo de la cdmx, se echó a reír.
Durante ese viaje me hizo preguntas un poco indiscretas. Que si Diego era mi novio, que si tenía algo con Ingrid. Preguntas que entendí por su mera naturaleza: Curiosidad. Y respondí con tanta diplomacia me nació. Lo entendí. Aprendí a llevarme muy bien con él y cuando terminamos el viaje, me despedí con él de una forma melancólica. "Lo llevaré en mi corazón" me dije a mí misma "Me cae my bien".
Él se presentó como una parte de mí, la parte arrogante y egocéntrica, la parte encantadora y la parte manipuladora de mí. Continuamos la comunicación por whatsapp. Luego de escribir de él, me mandó mensaje y no dejamos ahí la conversación.
Me caía muy bien. Con el tiempo fui descubriéndolo: Se parecía mucho a mí. Se parecía en lo anteriormente expuesto. ¿Cómo iba a negarme a una amistad así?
Él, un par de años más grande que yo, más experimentado en otra área, más vivido, que me podía dar consejos para guiarme. Confiaba mucho en él.
Incluso llegué a notar la incomodidad de mi amiwa Fany -que fue quién me lo presentó- al saber nuestra cercanía.
-Si quieres lo borro- le dije una noche en nuestra habitación. Yo vivía con ella. Ella negó con la cabeza.
-No, está bien-
Él y yo habíamos notado que ella se portaba rara con cada uno de los dos. Él me aseguró que eran celos pero como yo le dije a Fany: No hay hombre que se pueda meter entre nosotras. Si tú me dices que lo borre, lo borro alv y no hago preguntas.
No fue así. Él y yo continuamos la comunicación.
Después de un tiempo, quizás un par de semanas, me empezó a decir cosas raras. Muy raras. Adjunto evidencia:
Cosas que yo tomé como broma. Porque debía ser broma, ¿No?
Él me conocía a mí y había sido testigo de mi relación con el mimors. Él sabía lo que yo sentía porque yo se lo había confiado y aún así no desistió en coquetearme. Pero deben entender algo: No entiendo las indirectas ni las sutilezas. *Literalmente* no puedo. Va más allá de mis capacidades porque soy neurodivergente (salgo de clóset por tercera vez pero ni p2)
Nunca me tomé sus palabras en serio, porque yo había visto su amistad con mi amiwa y pensé, asumí, me imaginé, quise pensar que lo que intentaba conmigo era nomás eso: Una amistad.
Luego de que el mimors y yo nos separáramos en mayo, yo se lo conté a él. Él me escuchó y me oyó llorar y quejarme.
No me abandonó. Y para cuando nos reunimos en julio, pasó.
Luego de yo atender mis asuntos: Ver a Monse, tratar el asunto de mi amistad con ella -cosa de la que escribí aquí ), salí con Ingrid y con mi amiwo Diego Farell. También salí con Dianita y le invité su primer 4 loko. Fuimos directo a mi AIRNB, un departamento pequeño en la Roma.
Mientras ella y yo tomábamos el alcoholcito, llegaron Fany y él. Se nos unieron y convivimos. Reímos, tomamos, fumaron ellos -yo no fumo- y hablamos de cosas muy equis que ahora no puedo recordar. Cuando dieron la una y media de la madrugada, yo me levanté, me puse mi camisón y me fui a dormir.
Esa noche dormí con Dianita y Fany y él se quedaron en el sofá del comedor.
No pude dormir bien porque estuve toda la madrugada levantándome para ir a vomitar. Creo que se me cruzó el 4loko y el tabaco y su marihuana. No pude dormir y cuando dieron las ocho de la mañana me levanté para tomar un baño.
Entre las ocho y media y las nueve y media sentimos un temblor que nos hizo bajar del departamento pero al final resultó en nada (NADIE LO NOTÓ, OMG) Cuando regresamos al depa, pasó.
Yo estaba acostada en mi cama, junto a Dianita que dormía y él entró al cuarto. Se acostó junto a mí. Yo quedé en medio de la cama y mientras miraba mi celular, revisando memes y noticias, él empezó a hablar. No le presté atención.
No fue sino hasta que me acomodé bien en la cama, él puso una de sus manos en mi cintura y me jaló hacia arriba, para verlo a los ojos.
-Me gustas- dijo.
yo me súper incomodé porque tenía el corazón roto y no quería nada con nadie. No le dije nada y nomás sentí su mano subir por mi cintura hasta mis costillas.
-Vamos a besarnos- me dijo.
-No- le contesté.
Él me miró, deseoso y continuó pasando sus manos sobre mis hombros y mi cintura.
-Ándale, nadie se va a enterar-
-No- le volví a decir.
Él quiso enterrar su cara en mi clavícula pero me moví. Él paseó su mano por encima de mi falda, con dirección al cierre.
-Que no, no me puedo enamorar ahorita- le contesté- No tengo el corazón en su lugar-
-No nos tenemos que enamorar- insistió.
Moví mi cuerpo hacia Dianita, que dormía junto a nosotros.
-Que no-
Intentó desabotonar mi falda y yo detuve sus manos. Él insistió en besar mi cuello pero me retiré hacia atrás y entonces sentó que una de sus manos se iba a mi brazo izquierdo y me apretó. Me apretó con tanta fuerza que se me hizo un moretón por dos días.
-No- le dije.
Acercó su rostro una vez, dos veces que la esquivé. Y entonces sentí que su cuerpo se tensaba, se ponía rígido y me tomaba con más fuerza para inmovilizarme.
No sé qué me despertó o qué pasó pero de un momento a otro, nomás sentir esa desesperación, hizo que mi cuerpo se levantara de un salto de la cama y salí huyendo. Me escondí en el baño, lo cerré con seguro y me quedé sentada en el piso, abrazando mis piernas, deseando que Fany se despertara ya.
A los pocos minutos me acordé que había dejado a mi amiwa dormida en la misma cama pero no escuché ruidos sino hasta pocos segundos después porque Fany se había despertado de su siesta. Me quedé ahí, aterrada. No dije nada.
Cuando todos estábamos despiertos, me dediqué a empacar de nuevo mis cosas y me alisé la falda. Tomamos el taxi directo a la estación de camiones y no desayuné ni mencioné nada.
Me costó tiempo asimilar lo que había vivido pero cuando uno de los días después me bañaba en mi casa y noté el moretón en mi brazo, no pude evitar llorar. Me sentía tan pinche imbécil y tan humillada, tan violentada y tan ingenua y tan estúpida que no se me ocurría otra manera de expresarme.
Él no volvió a escribirme y si lo hizo fue algo muy equis. Yo no le dije nada a nadie. Ni a mis papás ni a mi hermana.
Ya me había agredido uno de mis amigos, un hombre homosexual con el que yo había convivido alrededor de diez años, no podía añadir otro.
Como les dije, a las pocas semanas -y porque no podía dormir en paz- le conté a Dianita, porque estaba dormida junto a mí ese día. Le conté a Ingrid, porque ella más que mi ex siempre ha sido mi amiga y siempre me escuchaba y ella me comentó que debía contarle a Fany.
-¿Pero qué le voy a decir si no pasó nada?- le dije yo
-Si no pasó nada, ¿Por qué te cuesta trabajo contarle?- ella me contestaba,
Me animé, un par de meses después.
Después de ello, esto es lo cuarto que escribo, contando esta historia. Quería escribirla el sábado o el domingo pero nomás de acordarme se me congelan los dedos, incluso ahora me ha costado trabajo escribirla. Estoy sentada frente a la computadora desde las tres y media de la tarde.
No sé, no sé nada.
Me siento muy triste y muy avergonzada y muy idiota y muy agredida.
Y nada, #cancelados todos.
Odio que sean así porque me prueban mal. Yo sólo quiero tener amigos y nomás no me dejan. Prros.
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