sábado, 5 de enero de 2019

Amiga, date cuenta


¿Hasta qué punto tenemos que llegar para darnos cuenta?

Yo estuve un año completo pensando que me iba a morir de tristeza cada noche pero cuando llegaba la mañana tenía la fe de que no fuera así. Estuve un año entero sintiendo que se me iban las ganas de vivir. Estuve un año entero en un vaivén violento entre estar confundida y triste y enojada y ofendida.
Estuve enojada con todos, con la vida, con mis papás por haberme traído a esta existencia, con mis amigas por no haberme advertido desde antes, con todos los libros que había leído porque ninguno me arreglaba el corazón roto.
Estuve enojada con todos, menos con ella.


Las cosas habían cambiado para mí. Estaba viviendo por mi cuenta, con Fany. Estaba trabajando, haciéndome un lugar en el mundo. Legalmente ya me podían ejecutar en cualquier país con la pena de muerte.
Pero yo estaba aferrada a la que una vez había sido y lo que alguna vez había tenido.

Quería a mi mejor amiga. La necesitaba. ¿Para qué? No sé. Yo sólo sentía que me moría sin ella. A pesar de todo, de nuestros malos entendidos, de que toda la escuela malinterpretaba nuestra relación de amistad, de lo abstracto de mis sentimientos, de su paciencia, de mi imprudencia y de mis ganas de que esto funcionara; a pesar de que discutimos varias veces por culpa de terceros, a pesar de que me abandonó por conservar su relación de pareja en buen estado y a pesar de que me peleé con casi *todxs* mis amigxs porque ellos me veían mal y me decían, me insistían, que no valía la pena, que ella no me correspondía y que yo no debía quedarme en donde me trataban como segundo plato, como la otra. A pesar de eso yo estaba aferradísima a que funcionara nuestra amistad.

Una vez, hace varios años, había funcionado así. A pesar de todo. Y nos llevábamos muy bien y estábamos muy felices y cómodas y todo fluía.

¿Por qué ahora ya no?

¿Qué cambió?








No estoy segura.

Escribí sobre ella en el recuento del 2018 y cuando lo releí, me sentí súper falsa. Soy una mentirosa. Todo lo que escribí de ella es pura exageración, es falso, es de cartón. Me sentí terrible. ¿Desde cuándo escribía cosas que no sentía? ¿Qué ganaba yo con eso?
En su momento lo sentí ideal y normalmente no me arrepiento de lo que escribo. Cuando llego a hacerlo es porque me paso de culera y no al revés. Esta vez sí fue al revés. Me arrepentía porque cada palabra de amors no era amors de verdad. Consideré seriamente regresar y editarlo. Borrar esa parte y alv.

No lo hice, porque uno de mis propósitos de año nuevo es ya no borrar lo que escribo cada que me entra la ansiedad.




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Desperté con un vacío en mi corazón. Tenía varias semanas así. No quise decirle a nadie porque no sabía de dónde venía. No quise admitir la verdad: Que esta amistad ya estaba en pedazos, incluso antes de que yo intentara rescatarla.
Pensé que valdría la pena arriesgarse y meter las manos al fuego para salvar lo que pudiera.

Y aposté todo.


Aposté mi dignidad, mi orgullo. Aposté mis sentimientos, mi corazón, mi salud mental y mi dinero. Aposté mi tiempo y mis ganas. Aposté las opiniones de mis amigas, que sé que vienen de un lugar de amor verdadero.


Aposté todo, pensando que podría hacer alguna diferencia. Aposté todo pensando que con esto ella me querría bien. Me amaría igual que antes. Que podríamos regresar a lo que una vez tuvimos. Que todo eso que vivimos y sentimos regresaría a ser como esos días de octubre del 2017.
Que yo volvería a sentirme segura en sus manos. Que todo iba a estar bien.


Que por fin iba a tener *todo* lo que yo tanto quería.
Que por fin iba a estar completa, rodeada de los que tanto amo.



Y nel.


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Perdí todo.

Perdí mil pesos y perdí mis noches de descanso, pensando en cosas que no tienen solución. Perdí la paciencia de mis amigas. Perdí mi confianza en sus palabras. Perdí mi honestidad literaria.

Me perdí a mí misma un poquito, persiguiendo a alguien que no quería ser perseguida.



Y me siento muy tonta y humillada y estúpida.


Pero al menos lo intenté, ¿No? Y ya con eso.


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Las palabras ya no alcanzan para llenar los espacios que permitimos crecer entre ausencias, llamadas perdidas, sitios sin visitar, ojos que ya no miran. Memes que ya no están. Música que aún conserva nuestra esencia, nuestras caras y lo que alguna vez sentimos por la otra.

No dudo que me ame. Muy a su manera lo hizo y por eso le agradezco. No dudo de que la amé, muy a mi manera lo hice. Como mejor pude. Ella era mi mejor amiga y crecí con ella y viví de todo. Fui muy feliz con ella, y por ella y también fui muy triste con ella y por ella. Rehizo mi corazón y el hilo de su presencia por siempre estará insertado en centímetros de mi piel.

Pero hay que dejar ir. Yo no quería dejarla ir, nunca lo he querido. Pero he llegado a un punto en el que cualquier cosa que haga significa abandonarme a mí misma y eso ya no puedo. Ya no puedo dejarme a mí misma.

¿Qué más puedo decir?


¿Qué otra cosa real siento y pienso con todo esto?

Me siento muy triste en este momento y sé que quizás me cueste mucho dormir las siguientes semanas. Pero tengo fe de que con la luz de la mañana llegarán nuevas cosas y al final, ella y yo estaremos bien, cada quién con su vida, con su familia, con sus amigas, con sus parejas y con nosotras mismas.

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Y creo que en esta situación de la vida, eso es lo más que puedo pedir.







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