sábado, 28 de diciembre de 2019

Amor de mi vida

Voy a empezar esto escribiendo de manera muy explícita que si bien, antes no me daba miedo encuerar mi alma en éste y mis previos blogs, ahora sí. Porque cuando inicié este blog no tenía ningún fin más que el de desahogarme y dejar a la posteridad mis pensamientos y yap. No buscaba crearme un público, ni siquiera pensaba en que alguien me tomaría en serio. De hecho, de haber sabido toda la sarta de tonterías que ocurrió después tendría más cuidado con lo que revelo aquí.

Quizás por eso ahora me contengo más y he dejado de hablar de mis sentimientos tan abiertamente. AHORA me consta que hay gente que me sigue desde las sombras, que lee este blog y se atraviesa en mis relaciones personales, ahora sé que hay gente que me lee que NO quiere verme feliz.

Y como ya he dicho muchas veces, sí creo que la gente puede arruinar cosas de sólo desearlo. Me ha pasado.

Pero al final he decidido que como ya éste será el último post del año, me animaré a seguir a mi corazón y mis ganas de escribir me conducirán, como siempre ha sido así.




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No me gusta hablar de él con otras personas. No me gusta porque 1.- NO ES ASUNTO DE NADIE y 2.-Es tener que dar MUUCHAS explicaciones que ni yo misma entiendo.

Ayer fui a la casa de una de mis amigas para tomar café y chismorrear como las señoras que ya somos y en medio de la plática salió su nombre. 

Vi que el gesto de mi amiga se transformó: De estarnos riendo y hablando de lo decepcionantes que son los hombres, su gesto se volvió inseguro y curioso. Sus ojos brillaron con sed de intriga. 

¿Cómo es posible, Mariana? me preguntó. No lo hizo con un tono grosero ni morboso ni nada. De verdad se lo estaba cuestionando, tenía ganas de saber, de entender.

La miré a la cara unos segundos y luego miré hacia mi taza de café y miré hacia la mesa y hacia el suelo y luego hacia las paredes, hacia su árbol de navidad y hacia todos lados. 

"¿Cómo es posible, Mariana?"

Pues no sé. La verdad hace tanto tiempo que dejé de cuestionarme las cosas, dejé de cuestionarme la naturaleza de mi relación con él y dejé de cuestionarme mis sentimientos por él porque llegué a la conclusión que nada de eso tiene respuesta.

Porque mi amor por él no es una pregunta.


Me encogí de hombros y le dije la verdad:

No sé. No sé cómo es posible esto, no sé cómo ha pasado tanto tiempo y yo sigo sintiéndome igual, quizás siento más. 

No sé cómo hemos funcionado, no sé por qué seguimos juntos, no sé NADA.


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Tiempo atrás todos esos espacios vacíos y preguntas -lógicas- me causaban mucha angustia y hacérselas a él, obligarlo a encontrar una respuesta que me satisficiera a mí nos causó mucho dolor. No me había dado cuenta que todas esas cuestiones no eran por mis dudas sobre él o sobre esto, era porque estaba tan acostumbrada al ruido de los demás, que cuando estuve con él y sólo había silencio, me puso muy nerviosa.

Los espacios de la demás gente de mi pasado los llenaba con música, con canciones de mi elección, así podía ~modular~ mis sentimientos y podía conducirme mejor. Llegó a un punto en que era automático el adjudicarle una canción a alguien, todavía lo puedo hacer excepto con él. Con él es silencio.

El espacio justo para el silencio, la paz, la calidez Y EL REBOTE CONTINUO DE MIS PENSAMIENTOS, que acostumbrados a hacerme daño, no pierden su dirección de abrir fisuras en mi corazón y mi razón y mi alma.

Me costó trabajo acostumbrarme a eso. Me costó entender muchas cosas y me costó aun más darme cuenta que las cosas no tienen que hacer sentido y que mientras menos sentido hagan, más espacio tengo para sentir y vivir.


Me dio ese espacio para vivir mis sentimientos por él pero yo estaba más preocupada por darle un nombre para ~saber~, como si saber que estaba/estoy enamorada de él cambiara algo, como si hubiera poder en saber de qué lado estoy sosteniendo el sartén -chiste pansexual ggg- 

Y bueno, técnicamente sí hay poder en el conocimiento, pero también hay sufrimiento. ¿De qué me servía a mí ponerme a escavar, buscando lógica, razones, ideas, nombres, prefijos y sufijos, para algo que nunca ha tenido nada de eso?

Estoy súper obsesionada con encontrarle sentido a las cosas, a la vida, a las personas y como él no es así, cómo me frustraba. Me trababa cual computadora con Microsoft XP al que le acaban de instalar el internet inalámbrico de Telmex.

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Las peleas y la confianza, nuestras separaciones y las caricias, las lágrimas y la sangre taladrando mis venas cada vez que se me ha acercado, las personas que se han querido meter entre nosotros y el calor, su voz en mi oído diciéndome que me ama y mi voz por teléfono diciéndole que se vaya al carajo.

El tiempo y nuestros sentimientos y la vida y la muerte también. El anochecer y la primavera. La lluvia que me cala hasta los huesos cuando estamos mal y la angustia que le encoge el corazón cuando me ve hacer chistes de mi suicidio. -no me voy a matar-

Las discusiones y los altibajos, el sin sentido y el silencio. Los días malos que se vuelven semanas malas y mis ganas de irme corriendo al rincón opuesto del mundo, abrir un agujero en la tierra y esconderme cien años.

Todo lo que hemos vivido juntos y separados me ha abierto la curiosidad, el verdadero interés y las ansias de entender qué está pasando.


Mi amiga decía "eso no es normal", tan asombrada con lo que yo le platicaba de mis sentimientos por él. Y yo le respondía:
-Yo sé que no es normal. Si fuera normal, estoy segura que en cualquier pelea ya nos hubiéramos mandado alv bien lejos y hubiéramos seguido con nuestras vidas, separados, cada quién en su lado del mundo y su lado de la historia. Pero no-


Y no, amigues.

No hemos querido vivir así a pesar de que las puertas para hacerlo, los caminos y las personas, han estado ahí siempre.

Siento que mientras más camino con él de la mano y veo las puertas, las ventanas y los senderos para separarnos y vivir algo "normal", más me aferro a su brazo.

No quiero vivir algo normal. No ahora que sé lo que es amar así.

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Con todo el miedo que tengo de decir lo siguiente, estoy segura de algo: No hay vuelta atrás y no hay otra persona en el mundo con quién quisiera vivir esto.


Al final, las respuestas son para les preguntones y las razones y la lógica para les que las necesitan.

Yo ya no quiero explicaciones ni teorías ni nada. No quiero certezas ni creencias.

Quiero este amor con él, con todo lo que conlleva. Quiero esta vida con él, en donde coincidimos los dos muy jóvenes, en donde deseamos los dos seguirnos hasta el final de esta vida y en el inicio de la muerte y las siguientes experiencias también.


Quiero este amor y quiero este dolor y quiero esta emoción y quiero esta frustración y quiero este miedo y quiero esta confusión y quiero esta seguridad y quiero esta ilusión y quiero este enojo y quiero esta tristeza. Quiero los besos y las risas y las lágrimas y los ceños fruncidos también.

Quiero corretearnos hasta que se nos acabe el tiempo. Quiero quedarme en sus brazos todo el tiempo que él me quiera ahí.

No creo en el amor de la vida, ustedes y él lo saben, no creo en eso.

Pero quiero este amor para mi vida.

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Aprovecho para agradecerles por acompañarme un año más con mi blog y en mi página de FB. Normalmente estaría súper intimidada de estar consciente que hay gente que me lee pero estoy más contenta que cohibida.

Espero que pasen un fin de año muy divertido, cuídense mucho y nos leemos en el 2020 con A VERY CHARLIE MARIAN: GATA PATAS ARRIBA.

Ya luego les contaré la historia del título :p

domingo, 22 de diciembre de 2019

Extrañxs demasiado amables

La última vez que alguien fue amable conmigo me dejó un moretón en mi brazo cuando forcejeó conmigo porque intentaba besarme y yo no quería.

La última vez que alguien fue amable conmigo me llamó la vivencia más tóxica que había tenido en sus 30 años de vida porque ese día le dije que no tenía ganas de hablar con alguien y me bloqueó de todos lados.

La última vez que alguien fue amable conmigo no lo hacía porque le caía bien, quería ser mi amiga para poder entender cómo es que ~yo~ le había podido "robar" a su -ex-novia.


La última vez que alguien fue amable conmigo, yo de verdad pensé que quería que fuera su amiga y me ilusioné mucho y al final terminé con el corazón roto, porque después todo "siempre no".



Luego de esta introducción tan pesimista y que suena un poco autovictimizante -no es una palabra, estoy segura jaja-, la cuestión es ésta: Para tener mi edad, 24 años, la verdad me ha tocado vivir una infinidad de cosas ridículas, ofensivas y extrañas. Pero más que nada el desamor de una amistad mal correspondida.
Soy súper fácil, nunca he mentido sobre ello, y cada vez que alguien se me acerca por internet, en la calle, en la escuela, en una fiesta y es amable conmigo, no puedo evitar ilusionarme un poco. Me emociona pensar que alguien tiene interés en ser mi amigue.

Me emociona pensar que alguien ve algo de valor en mí.


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Las limitaciones con las que he vivido desde siempre, sobre todo en contextos sociales humanos, me impiden entender la naturaleza humana. No sé qué tengo para atraer a las personas, a mí nadie me puede atraer de sólo verle, necesariamente debo saber algo de elles, pero para los demás funciona diferente.

Soy bonita pero no la más bonita de todes, y soy agresivamente inteligente y eso se me toma a mal muy seguido y la verdad es que no me considero particularmente agradable, quizás un poco obtusa y excéntrica para el gusto ajeno, por lo tanto, me parece tantito raro que alguien sienta alguna clase de interés de verme o de conocerme muy poco.

O sea sí entiendo pero no entiendo.


Pero es muy rápido convencerme de algo, de engañarme. Creo ~demasiado~ rápido en las palabras ajenas. No soy buena juzgando con el corazón, porque mi corazón cree que todes tienen algo de bueno y algo de malo y que si no me han hecho nada a mí -y yo no sé nada más, obvi-, entonces no me parece correcto bloquear su intento de acercarse a mí.

Claro, a veces el instinto es poderoso y el cuerpo me alerta de que dEBO SALIR CORRIENDO DE AHÍ y entonces lo hago pero en general prefiero mantener una postura abierta y sin juzgar. A veces esas personas no saben llegar a mí y me presionan, me presionan mucho, buscan cosas que yo no puedo darles y en esas situaciones me es fácil alejarme y cortar lazo porque es evidente que no están respetando mis límites.

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¿Pero qué pasa cuando es una persona que sí tiene la decencia -o al menos fingirla- de respetarme a mí y a mi neurodivergencia?

Son amables y entienden cuando no puedo mantener una conversación textual días seguidos, en larga duración. Son gentiles y escuchan cuando estoy triste y cuando estoy contenta y cuando no siento nada y parecen genuinamente preocupadxs por mí y se interesan en mis ideas y mis sentimientos.

En ese punto, cuando llega alguien así, me es muy difícil dudar y poner un alto. ¿Debería creer en todo lo que dicen? Nunca me han dado una razón para desconfiar.

En tiempos anteriores era la opción más fácil la que tomaba: Confíar. Creer que sus intenciones eran buenas y eran sinceras. Y todo era muy bonito hasta que dejaba de serlo cuando o una de dos:

1.-Conseguían lo que querían de mí 
2.-No conseguían lo que querían de mí.

Y qué fácil para elles, en el pasado, era botarme como si no fuera nada. Como si nunca hubiese sido su amiga, como si nunca les hubiese ofrecido un poco de mi corazón y mi confianza.

Qué fácil para elles era desprenderse de mí y para mí qué difícil era todo aquello, sobre todo porque era tener que enfrentarme a mi propia vergüenza por no haberme defendido o no haberme protegido más.

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¿Que si no tomo en consideración las opiniones de mis amigues? ¡Claro! De hecho, son les primeres con quiénes acudo para tomar decisiones.

EL PROBLEMA CON ELLES, mis querides amigues a quiénes amo y adoro desde el fondo de mi corazón hasta júpiter de ida y vuelta a pasitos de caracol, es que siento que sus opiniones están contaminadas por el amor que sienten por mí. 
La mayoría de elles -sobre todo las mujeres pero también mis amigOs- son un poco recelosos con otres con quiénes paso tiempo.

Es muy fácil para elles decirme que me aleje de X o Y persona, así siempre ha sido y quizás en algún momento tomaba muy en cuenta ese tipo de comentarios pero luego se volvieron muy repetitivos y he llegado a pensar que tal vez elles nomás no les gusta nadie que se me acerquen por sus propios motivos pero también que nadie que se me acerca lo hace porque quiere ser mi amigue, sólo busca algo más.

En cualquier caso, igual termino solita y desamigada :(


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No me gusta pensar mal de nadie, sobre todo cuando no les conozco pero al mismo tiempo creo que eso me ha metido en infinidad de problemas porque me es muy difícil leer entre líneas.

¿Quiere o no ser mi amigue?
¿Está siendo sincere conmigo? ¿Quiere algo de mí?


Siempre soy muy honesta con respecto a los aspectos de mi vida privada que puedan resultar problemáticos si no se tratan en el momento. No oculto ninguna parte de mí y espero que con la misma cortesía con la que soy honesta les demás lo sean conmigo.

¿Lo son?


No siempre, no todes, pero es una regla muy difícil de usar para medir a todos los casos, porque por ejemplo, las situaciones que describí en un inicio podrían indicarme que mejor no volviera a creer en nadie más, la vida sólo se entiende mirando hacia atrás pero también pienso en la gente que conocí este año gracias a que me di la oportunidad: El pequeño, Alina, etc, etc, etc...

¿Para quiénes sí aplica el "no te involucres de más" y para quién no?



No es retórica, de verdad alguien debería decirme jajaja. En estas alturas de mi vida estoy dispuesta a leer consejos aunque me caguen los consejos.


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Concluyo con lo siguiente:

No creo que lo cabeza-hueca inocente se me vaya a quitar de un mes para otro. Tampoco es como que tenga muchas ganas de perder mis esperanzas en la humanidad. Me gusta pensar que hay más personas buenas que malas, o al menos que no soy un imán para la gente desagradable y horrible que pretende hacerme daño.

Me gusta pensar que, como la canción de Joe Jonas, "open heart, open mind, never know who you'll find", me gusta pensar que tengo el valor necesario y suficiente como para atraer a las personas a que quieran ser mis amigues con sinceridad, que puedo convencer a otres de construir algo bonito y sano, una amistad que perdure en la distancia y el tiempo.

Y me gusta pensar que las cosas malas que me han pasado son sólo casos aislados, meros infortunios, que no son mi culpa.

Pero bueno, mis creencias y mis ganas de confíar siguen siendo mías, que exista gente que quiera aprovecharse de mí no es mi problema ni mi culpa ni nada y ya.


Ojalá la amabilidad fuera algo que estuviera de moda para que así cuando lxs extrañxs demasiado amables llegan a mi vida no me asustaran tanto ni me hicieran pensar dos veces en darles mi número de WhatsApp.

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viernes, 13 de diciembre de 2019

Sobre mi asexualidad y asperger

Por muchas razones desde muy niña me di cuenta que no era como les demás pero se hizo muchísimo más evidente cuando llegué a la adolescencia y mi cuerpo y mi mente no reaccionaban a la atracción sexual como se me había enseñado que era "normal".

Podía -y puedo- reconocer la belleza de los cuerpos ajenos pero de ahí a realmente sentir algo, siquiera curiosidad, no. Si veo, cuando lo hago, a una persona físicamente atractiva en la calle, en una fiesta, en la escuela, en equis lugar, lo más que puedo hacer es mirarla y ya. Si me preguntan si me parece atractivx, guapx, lo que sea, voy a responder con la verdad: Sí. ¿Eso es una invitación a acercarme, el que me parezca atractiva su apariencia? No.

No sé si me explico, creo que es algo difícil de aclarar y algo con lo que tuve mucho pleito conmigo misma por ello. 
Cuando era niña, adolescente, me asumí como asexual. Incluso antes de descubrirme como pansexual, me asumí asexual. 

Quizás la falta de interés y curiosidad sexual en otres, por sus apariencias, era eso: Asexualidad. 


Podía sentarme con mis amigas y amigos y podía escucharles hablar de las personas que les gustaban y yo nomás fruncía los labios, no podía imaginarme todo aquello. Me era difícil, no me daba el sentido como para tener una explicación lógica que no fuera más allá de las hormonas.
Escuchaba a mi amiga Yaz:

-Ayer vi al muchacho que me gusta-
-¿Dónde lo viste?-
-En el patio, desde lo lejos-
-¿Pero cómo sabes que te gusta si no lo conoces?- yo preguntaba, un poco contrariada por su manera de pensar y también con mucha curiosidad porque me parecía imposible que eso pasara.
-Pues porque está guapo- contestaba ella, como si fuera muy obvio.


Sí, estaba guapo, ¿Pero eso era suficiente para que le gustara? 


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Entonces así fue siempre. Yo teniendo problemas al intimar con gente que no conocía, nomás porque sus exteriores eran considerados atractivos. 

Pero me enamoraba, ¿Saben? Me enamoré varias veces y llegué a sentir, incluso hasta el día de hoy, atracción sexual hacia los objetos de mi afecto.

Románticamente puedo enamorarme de quién sea, independiente a su género y todo eso.
Sexualmente tal vez soy otra cosa, tal vez estoy dentro de la asexualidad, tendría sentido. 


Vivía con eso y esa ~diferencia~ se hacía muy muy presente cada vez que estaba a la par de les demás a mi alrededor. 
En fiestas con gente que no conocía, con mis amigues, incluso leer libros o ver series. Me preguntaba cómo es que elles veían el amor y coger así tan, eh, ¿fácil? Quizás mi educación todavía seguía siendo súper conservadora y panista, pero lo cierto es que no tengo ningún problema con El Acto ni con la gente que decide llevarlo a cabo bajo sus propios términos y sin dañar a nadie. No slut-shameo (al menos no a les demás, a mí misma sí, a veces)


Ya era bastante incómodo hablar de esos temas y tener que explicar mi manera de ver como para estarme cuestionando todo el tiempo sobre coger, la atracción sexual y por qué yo no la sentía ni la vivía como les demás y entonces empecé a evitar el tema. 


A lo mejor sólo había llegado tarde al despertar sexual, me decía a mí misma, a lo mejor sí soy asexual. A lo mejor todavía soy muy panista en lo más profundo de mi ser. A lo mejor...


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Esos "a lo mejor" se volvieron incluso más turbios el año pasado, cuando abrí Tinder meses después de que el mimors y yo nos hubiéramos separado (POR SU DECISIÓN)

Esa historia ya la conté, pero la resumo para les lectores nueves: 

Tinder es un caos y la verdad no recomiendo porque la gente ahí sí está muy desesperada y ya sabemos que en la desesperación podemos volvernos bestias inconscientes. 

Hice "match" con un muchacho de mi edad que vive cerca de mi casa. (Hacer match es cuando le das laik y esa persona te da laik sin saber, obvi) Le di laik porque puso que le gustaban las novelas de terror y así. Tons dije "Pues chance y mínimo me presta libros o algo".

Luego de un par de semanas de mensajearnos salimos por primera vez y así. Estuvo bien, seguimos saliendo y escribiéndonos casi diario. Nos veíamos mucho tho, no estaba acostumbrada a salir tanto con alguien en otro plan que no fuera ~amistad~ aunque yo siempre fui muy honesta con él, sobre mi ruptura con el mimors y todo ese p2, que no estaba lista para enamorarme otra vez y esas cosas, ya saben.

El tipo, al que apodé A (COMO EN PRETTY LITTLE LIARS, por conservar su anonimato por respeto pero ahora me vale patria entera, se llama Adrián) me caía bien, nos llevábamos de pelos y me parecía guapo. Físicamente se parecía a un actor que me gusta mucho.

¿Entonces por qué, me preguntaba cada noche que me dejaba en mi casa luego de haber salido con él, no puedo sentir nada, nadita de atracción por él? 

Nos llevábamos bien, a veces me hacía reír, teníamos cosas en común y físicamente me parecía guapo. ¿Por qué no sentía nada?

Cuando me tocaba, como tomarme de la mano o abrazarme o algo así -nunca nada serio, porque pues yo estaba con el #corazónroto- no sentía nada. Era todo tan meh. 

No se podía comparar a las manos del mimors recorriendo mi piel en una caricia dulce. 

¿ES QUE ES CIERTO QUE NECESITO UN VÍNCULO MUY ÍNTIMO PARA SENTIR ALGO?

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Entonces pensé en que 90% sí era demisexual. O sea, sólo siento atracción sexual luego de un tiempo de trato.


Por cosas muy feas del A que conforme pasaban las semanas descubrí, terminamos y chalalá. Ahí quedó todo su asunto. Pero eso me ayudó a formarme un mejor criterio sobre mis vivencias.

Adrián representaba lo que yo querría -si no conociera al mimors-: O sea, el tipo leía novelas, teníamos autores en común como Stephen, Neil Gaiman, Clive Barker, etc, etc, etc. Le gustaba el fourloko. Y me parecía guapo. Y ME GUSTABA SU VOZ, eso es algo muy importante y no sé por qué pero anyway. 
Vivía cerca de mi casa y pues en general me la pasaba "bien".

Pero siempre faltó esa parte de la atracción, de mi parte. 

Yo sabía que le gustaba, él me lo decía e intentó besarme un par de veces y dejó de hacerlo cuando yo le pedí que parara porque no estaba lista y lo respetó.

¿Entonces?

Demisexual seguro, ¿No? 
Pues no.



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Este año fui a un curso sobre Autismo y Asperger que fue presentado por neurólogos y psicólogos y profesionales. 
Ahí estaba yo, a las perras nueve de la madrugada, tomando café como si fuera agua y anotando en mi libreta las cosas que me parecían interesantes. Entonces llegaron al asperger:

Ustedes saben -o no- que por mi carrera (Educación Especial) estudié discapacidades, neurodivergencias y demás razones por las cuales la SEP odia a les niñes y no les permite crecer como deben. Ya en la carrera había tenido mis dudas sobre si pertenecía al espectro autista porque tengo muchos rasgos que comparto con elles pero siempre fue como una teoría nada más. 

Años atrás, cuando una psicóloga me evaluó en el último año de prepa y me dio resultados sobre orientación vocacional y mi C. I., me dijo también que soy neurodivergente -o sea que mi cerebro funciona diferente a la regla- y que era conveniente someterme a otras pruebas, evaluaciones, para determinar cuál era en específico mi neurodivergencia.

Pero yo a los 17 estaba muy ocupada intentando entender mi sexualidad, saliendo de un clóset sin saber cómo y aferrándome a mi idea de ser escritora contra todas las opiniones de les adultes a mi alrededor. 
Me callé esa parte de la neurodivergencia y mi C. I, y me metí a otro clóset.

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No fue sino hasta esas conferencias que me di cuenta, luego de escuchar a los profesionales sobre cómo se desarrollaba y cómo se presentaba -por lo general- el asperger, que me di cuenta que no soy asexual.
Soy asperger.


Cuando contemplé esa posibilidad, fue como si todas las cosas raras, incómodas y extrañas que tengo y hago y pienso y siento se formaran en un rompecabezas coN SENTIDO.
Fue un:



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No soy asexual. Sí tengo deseos sexuales, sí siento atracción sexual a cuerpos, a genitales, a personas, a géneros, a apariencias, a fantasías. 

La característica del asperger que me hizo revirar fue precisamente esa: La incapacidad de sentir interés específico en alguien de sólo verlo. Y fue un BOOM, YO SOY ESO, YO VIVO ESO.


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Me emocioné mucho porque por fin entendí esa parte de mí que por mucho tiempo me atormentó y me avergonzaba -como si no tuviera otras vergüenzas sobre mí misma jaja-, me emocionó mucho la posibilidad de darle nombre para saber cómo manejarme.

Y luego cuando se acabaron las conferencias y regresaba a mi casa, me empecé a sentir triste. El asperger es una neurodivergencia bien difícil, todas la son, pero el asperger está muy estigmatizado y yo ya no quiero darle razones a les demás para que me hallen ~rara~, para que me traten mal, para que sientan que soy algo que no merece espacio porque incomodo

:(



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Pero en su mayoría fue un alivio sentirme representada cuando se habló de las características, pero más en específico en el limitado radio de interés en otres por apariencias. Eso no lo vi en la carrera, así que estaba totalmente shook.





Así que, eso.

ObVIAMENTE tengo que recurrir con especialistas para tener el diagnóstico en papelito y sellado y supongo en un futuro no tan lejano me animaré a hacerlo porque una vez teniendo la prueba oficial PODRÉ DEMANDAR A DIESTRA Y SINIESTRA POR DISCRIMINACIÓN si alguien me maltrata.
Que no es lo ideal pero este país está dlv, así que no está de más tener mis cartas bajo las mesas.



miércoles, 4 de diciembre de 2019

Los días finales y la enfermedad del internet

Siento que se me hace un nudo en la garganta y se me nublan los ojos de lágrimas. Me tiemblan las manos que ahora tengo crispadas en puños. Tengo ganas de gritar y de destruir todo a mi paso. Siento mucho dolor y mucha ira y después llega el miedo...

Y ni siquiera son las nueve de la mañana.


Apenas me levanto de la cama es mi misma rutina: Enciendo el wifi en mi celular, y mientras me cambio y me peino -o hago el intento de-, mi celular vibra con las notificaciones de mis redes sociales. En buenos días son una cantidad digna, decente, limitada. En días malos el teléfono vibra y vibra y vibra y cada vibración se vuelve más violenta y más demoledora y me veo obligada a poner el teléfono en silencio porque no tolero el cansado zumbido que parece que me truena los oídos y que va a romper mis muebles.

Le doy una mirada muy superficial a las notificaciones: Twitter, Facebook, Instagram y Whatsapp. Checo los mensajes primero y si son urgentes, respondo de inmediato, si no, pueden esperar hasta que tenga algo en el estómago. 

Abro twitter y lo primero que veo es un cartel de una mujer desaparecida. "Por favor, RT" reza el tuit. Retuiteo. Sigo bajando y viendo todo: La selección sub 17- del américa subió un video burlándose de la protesta femenina convocada por el colectivo feminista chileno. Qué asco, son unos inútiles, y que se pongan una camiseta porque nadie quiere ver esas miserias. Sigo bajando. "Mi tía no aparece, por favor ayúdenme" comparte foto de persona desaparecida que se otorga en la ciudad de méxico. Retuiteo. Sigo bajando. "LOS ANIMALES NO SON PERSONAS DEJEN DE COMPARAR SU USO COMERCIAL PERFECTAMENTE ÉTICO CON LA VIOLENCIA SISTEMÁTICA PATRIARCAL DE LAS MUJERES", ok, está todo mal escrito ese tuit y sobre todo es insensible. No voy a contestar, no voy a contestar, es demasiado temprano para pelear... "Los animales son pedazos de carne, eso qué". Exploto. Y respondo de una forma tan elegante y tan culera que me hace replantearme mi espacio en internet. Fulanito y Fulanita te acaban de seguir en Twitter. Ok. 

Abro Facebook ya empezándome a sentir muy débil y muy desesperanzada. Ojalá sean memes, pienso y claro que sí, lo primero que me topo son memes. Memes de la protesta feminista. Memes ridiculizando nuestro dolor y nuestra angustia y nuestro miedo y nuestra ira. Mis notificaciones me llevan a eso, a memes. "Mira, diles algo" me etiqueta un amiwo -o más bien conocido- en la publicación de uno de sus amigos que compartió un meme insensible sobre Un Violador En Tu Camino. ¿Qué les puedo decir que no les he dicho antes? ¿Cómo les hago entender? Me enojo. Un latido me nace en la sien y empieza a ser irritante. Mis dedos se mueven muy rápido sobre la pantalla de mi teléfono. Escribo casi un sermón sobre su insensibilidad, los insulto de manera discreta y luego me enojo más con mis propias palabras y les hago predicciones sobre sus propias muertes y les aseguro que será un espacio que alguien del futuro podrá aprovechar. Me quedo quieta y releo todo. No lo vale, pienso. Son gente estúpida y yo ya me cansé de entablar diálogo con gente estúpida. En este punto de mi vida no pretendo desestupidizar a la gente, quiero que esa gente estúpida se mantenga apartada. O que se muera. Ya no me importa. Borro todo mi mensaje y contesto con un meme y un comentario: Pobrecitos, son TUS amigos, no míos, dales TÚ la atención que tanto están reclamando por internet. Pregúntales si quieren que llamemos al DIF. Punto final. 

Viajo de red social en red social. Twitter, Facebook, Instagram y otra vez Twitter. En todos lados está el mismo caos:

Noticias horribles, datos preocupantes, la desesperanza se desborda por todos lados, no hay adónde hacerme. Estoy cansada. Estoy cansada de leer y de enojarme. Estoy cansada de pensar en todas las maneras que podría hacer algo por ayudar, algo útil, si tuviera más dinero o influencias políticas o algún tipo de súper poder que no sea empedarme con la primera cuba de vodka o ver muertos. 

Estoy cansada. Tengo hambre pero apenas empiezo a comer me dan náuseas. La cabeza me da vueltas. Le doy un par de tragos a mi café. Prendo la televisión, continúo con mis cosas. Me mantengo activa, pues.

Realizo un itinerario, la noche anterior, sobre mis actividades del día. Procuro mantenerme ocupada. 
Cabeza ocupada no extraña a nadie o algo así dicen. Me esfuerzo, de veras lo hago, pero por momentos, bastante frecuentes, me pican las manos, nECESITO SABER. Abro las redes sociales otra vez. Tuiteo algunas cosas que tengo en la mente y luego hago memes para mi página de Facebook. Evito engancharme en discusiones pendejas, a veces lo logro y a veces no, me puede más el sentimiento. Evito leer las noticias con títulos devastadores y amarillistas, a veces lo logro y a veces no.

Regreso a mi trabajo, eso intento. Le subo el volumen todo lo que puedo a la música en mis audífonos. Tomo más café. Se me va el tiempo peleándome con el teclado y con la pantalla. Veo que de repente se llena mi teléfono de notificaciones de Whatsapp. Es el grupo de mi familia: Tienen las últimas dos horas discutiendo sobre noticias, una más desalentadora que la otra. No contesto y silencio el grupo.
Vuelvo a lo mío. Me cuesta concentrarme. Estoy cansada. La cabeza no me da para terminar un chingado cuento. Meses atrás podía escribir cuentos muy buenos que cupieran en dos cuartillas en cuarenta minutos. Ahora con dificultad escribo dos párrafos hilados en una hora. Miro hacia la ventana, el sol va cayendo.


La picazón vuelve, necesito volver a internet. Es lo mismo: Historias trágicas, gente llena de odio escupiendo odio. No existes, me dicen. Si eres pansexual eres bifóbica y transfóbica. Ok. Los veganos nomás se quieren sentir superiores y por eso se hacen veganos, para echarles en cara a los que sí sabemos disfrutar de un buen bisteck sus chingaderas ridículas. Ok. Es que así no se protesta, deberían ser más civilizadas. La violencia atrae violencia. Ok. No existes. 

No entro a mi cuenta de ASK porque tengo miedo de que alguien me haya dejado comentarios feos sobre mi cuerpo o sobre "mi novio". 

No entro a mi cuenta de Curiouscat porque tengo miedo de que alguien me haya dejado otra amenaza o me haya insultado o eso haya pretendido porque a veces ni insultar saben.



No puedo más con la presión que siento y hasta entonces me doy cuenta que no he comido y son casi las cinco. Dependiendo de mi humor como algo elaborado o poco elaborado o ya de plano digo "chingue su padre, lo que me encuentre en el camino está bien".

El sol se asoma cada vez menos, los rayos se vuelven poco nítidos, más lejanos, más frío todo se convierte. Salgo a caminar. 

¿Falda o pantalón? Amo las faldas, ¿Pero estoy de humor para soportar chingaderas de acoso en la calle? No. Mejor un pantalón... Pero amo mis faldas. Entonces chinguen su padre, será una falda.


Salgo a caminar y la música me envuelve, sin embargo, no me lleva a otros lugares como suele hacerlo cuando voy en auto/autobús. Voy alerta. Cada ciertos segundos miro hacia un lado y luego hacia el otro. Miro hacia atrás fingiendo que se me atoró algo en la ropa. No es cierto, voy "cuidándome". Camino y camino. Pongo mala cara por momentos, sobre todo cuando paso por donde hay hombres. No vaya a ser.


En el camino veo una foto de un perro que se robaron. Chingao. Ya ni a las mascotas respetan esos hijos de su chingado padre. Pateo la llanta de una camioneta que está a junto a mí y antes de que pueda seguir mentando padres y sistemas opresivos veo que alguien a lo lejos me vio, chale, mejor me voy.

Sigo caminando. Aprieto el paso cuando siento que un hombre viene detrás de mí. A veces parece que mientras más rápido camino para alejarme de quién sea el hombre que va caminando detrás de mí más ellos se estiran para alcanzarme. Cuando eso pasa, simplemente aminoro el paso cuando estoy cerca de tiendas y locales. Los dejo pasar como los chingados reyes de la calle que son. Me cagan y me caga estar tan asustada a las seis de la tarde.

Cruzo un boulevard. Una camioneta toca el cláxon, no sé para quién fue el saludo y no me importa, yo sigo caminando mirando al frente. Un carro que parece nuevo se pone a mi ritmo y un guarro asoma la cabeza por la ventana y me dice una guarrada que ni siquiera entiendo del todo porque voy escuchando los gritos de Ariana Grande. No lo miro. No se merecen ni que los voltee a ver. No se merecen mi enojo.


Sigo caminando. Un ciclista me alcanza y me aferro a la correa de mi bolso. Lo miro de reojo y veo que es un muchacho con camiseta de godín que seguro salió de trabajar. Relajo los músculos. Sigo caminando.


Llego a mi casa luego de más o menos una hora que duró mi recorrido. Casi siempre es el mismo, a veces varía porque tengo que hacer compras o acompañar a mi hermana a la universidad o algo sucede. Hace frío. Tengo las manos frías y el corazón también.


Vuelvo a checar las notificaciones de mis redes sociales y parece que se congelaron porque sigue siendo la misma mierda. Gente gritándose y gritándome y noticias malas que parecen cabezas de monstruo que apenas una cortas salen dos alv. 
Checo mis mensajes: No me ha escrito el mimors. Ni Ingrid. Ni el pequeño. Ni DanDan. Ni ningune de mis amigues. Ni siquiera Karli por accidente. Nadie. 


Está bien, pienso, es mejor así. Ahorita no tengo nada bueno para aportarles. Qué oso tener que estar explicando mi situación. Es mejor así. Es mejor así.


Luego sí llegan los mensajes, a veces. Los contesto cuando puedo. Stiker, stiker, humor sombrío y sarcasmo. Emoji de payaso y emoji de vaquero. Un meme, un te amo. Nadie sospecha. Está todo bien. ¿Está todo bien? Está todo bien.

La noche llega y me meto a bañar antes de que lleguen mis papás y mi hermana. Sigo fingiendo que puedo seguir escribiendo a pesar de tener tanto en la cabeza. Ya no voy a tomar tanto café, me miento a mí misma.

Me tomo mi pastilla para dormir, me cepillo los dientes y entre mi lectura de turno o algún capítulo de anime que esté viendo, o algún video de los jonas brothers, espero que llegue el sueño y me venza.

Me vence.


Antes de perder el conocimiento me pregunto cómo le hace la gente para ignorar lo que sucede allá afuera. Yo llevo mucho tiempo, incluso antes de la invención de las redes sociales, sin poderme quitar los gritos de la gente que sufre de la cabeza. Los escuchaba a los nueve años y los sigo escuchando a los veinticuatro.


No puedo hacer nada más, no se me ocurre nada. No tengo energía para nada, no tengo ganas de nada.


Quisiera abrir un hoyo en la tierra y meterme ahí, esconderme de los días finales y esperar a que la enfermedad del internet termine de carcomer mi mente y carcoma también mi cuerpo. Qué difícil. 




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