domingo, 22 de diciembre de 2019

Extrañxs demasiado amables

La última vez que alguien fue amable conmigo me dejó un moretón en mi brazo cuando forcejeó conmigo porque intentaba besarme y yo no quería.

La última vez que alguien fue amable conmigo me llamó la vivencia más tóxica que había tenido en sus 30 años de vida porque ese día le dije que no tenía ganas de hablar con alguien y me bloqueó de todos lados.

La última vez que alguien fue amable conmigo no lo hacía porque le caía bien, quería ser mi amiga para poder entender cómo es que ~yo~ le había podido "robar" a su -ex-novia.


La última vez que alguien fue amable conmigo, yo de verdad pensé que quería que fuera su amiga y me ilusioné mucho y al final terminé con el corazón roto, porque después todo "siempre no".



Luego de esta introducción tan pesimista y que suena un poco autovictimizante -no es una palabra, estoy segura jaja-, la cuestión es ésta: Para tener mi edad, 24 años, la verdad me ha tocado vivir una infinidad de cosas ridículas, ofensivas y extrañas. Pero más que nada el desamor de una amistad mal correspondida.
Soy súper fácil, nunca he mentido sobre ello, y cada vez que alguien se me acerca por internet, en la calle, en la escuela, en una fiesta y es amable conmigo, no puedo evitar ilusionarme un poco. Me emociona pensar que alguien tiene interés en ser mi amigue.

Me emociona pensar que alguien ve algo de valor en mí.


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Las limitaciones con las que he vivido desde siempre, sobre todo en contextos sociales humanos, me impiden entender la naturaleza humana. No sé qué tengo para atraer a las personas, a mí nadie me puede atraer de sólo verle, necesariamente debo saber algo de elles, pero para los demás funciona diferente.

Soy bonita pero no la más bonita de todes, y soy agresivamente inteligente y eso se me toma a mal muy seguido y la verdad es que no me considero particularmente agradable, quizás un poco obtusa y excéntrica para el gusto ajeno, por lo tanto, me parece tantito raro que alguien sienta alguna clase de interés de verme o de conocerme muy poco.

O sea sí entiendo pero no entiendo.


Pero es muy rápido convencerme de algo, de engañarme. Creo ~demasiado~ rápido en las palabras ajenas. No soy buena juzgando con el corazón, porque mi corazón cree que todes tienen algo de bueno y algo de malo y que si no me han hecho nada a mí -y yo no sé nada más, obvi-, entonces no me parece correcto bloquear su intento de acercarse a mí.

Claro, a veces el instinto es poderoso y el cuerpo me alerta de que dEBO SALIR CORRIENDO DE AHÍ y entonces lo hago pero en general prefiero mantener una postura abierta y sin juzgar. A veces esas personas no saben llegar a mí y me presionan, me presionan mucho, buscan cosas que yo no puedo darles y en esas situaciones me es fácil alejarme y cortar lazo porque es evidente que no están respetando mis límites.

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¿Pero qué pasa cuando es una persona que sí tiene la decencia -o al menos fingirla- de respetarme a mí y a mi neurodivergencia?

Son amables y entienden cuando no puedo mantener una conversación textual días seguidos, en larga duración. Son gentiles y escuchan cuando estoy triste y cuando estoy contenta y cuando no siento nada y parecen genuinamente preocupadxs por mí y se interesan en mis ideas y mis sentimientos.

En ese punto, cuando llega alguien así, me es muy difícil dudar y poner un alto. ¿Debería creer en todo lo que dicen? Nunca me han dado una razón para desconfiar.

En tiempos anteriores era la opción más fácil la que tomaba: Confíar. Creer que sus intenciones eran buenas y eran sinceras. Y todo era muy bonito hasta que dejaba de serlo cuando o una de dos:

1.-Conseguían lo que querían de mí 
2.-No conseguían lo que querían de mí.

Y qué fácil para elles, en el pasado, era botarme como si no fuera nada. Como si nunca hubiese sido su amiga, como si nunca les hubiese ofrecido un poco de mi corazón y mi confianza.

Qué fácil para elles era desprenderse de mí y para mí qué difícil era todo aquello, sobre todo porque era tener que enfrentarme a mi propia vergüenza por no haberme defendido o no haberme protegido más.

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¿Que si no tomo en consideración las opiniones de mis amigues? ¡Claro! De hecho, son les primeres con quiénes acudo para tomar decisiones.

EL PROBLEMA CON ELLES, mis querides amigues a quiénes amo y adoro desde el fondo de mi corazón hasta júpiter de ida y vuelta a pasitos de caracol, es que siento que sus opiniones están contaminadas por el amor que sienten por mí. 
La mayoría de elles -sobre todo las mujeres pero también mis amigOs- son un poco recelosos con otres con quiénes paso tiempo.

Es muy fácil para elles decirme que me aleje de X o Y persona, así siempre ha sido y quizás en algún momento tomaba muy en cuenta ese tipo de comentarios pero luego se volvieron muy repetitivos y he llegado a pensar que tal vez elles nomás no les gusta nadie que se me acerquen por sus propios motivos pero también que nadie que se me acerca lo hace porque quiere ser mi amigue, sólo busca algo más.

En cualquier caso, igual termino solita y desamigada :(


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No me gusta pensar mal de nadie, sobre todo cuando no les conozco pero al mismo tiempo creo que eso me ha metido en infinidad de problemas porque me es muy difícil leer entre líneas.

¿Quiere o no ser mi amigue?
¿Está siendo sincere conmigo? ¿Quiere algo de mí?


Siempre soy muy honesta con respecto a los aspectos de mi vida privada que puedan resultar problemáticos si no se tratan en el momento. No oculto ninguna parte de mí y espero que con la misma cortesía con la que soy honesta les demás lo sean conmigo.

¿Lo son?


No siempre, no todes, pero es una regla muy difícil de usar para medir a todos los casos, porque por ejemplo, las situaciones que describí en un inicio podrían indicarme que mejor no volviera a creer en nadie más, la vida sólo se entiende mirando hacia atrás pero también pienso en la gente que conocí este año gracias a que me di la oportunidad: El pequeño, Alina, etc, etc, etc...

¿Para quiénes sí aplica el "no te involucres de más" y para quién no?



No es retórica, de verdad alguien debería decirme jajaja. En estas alturas de mi vida estoy dispuesta a leer consejos aunque me caguen los consejos.


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Concluyo con lo siguiente:

No creo que lo cabeza-hueca inocente se me vaya a quitar de un mes para otro. Tampoco es como que tenga muchas ganas de perder mis esperanzas en la humanidad. Me gusta pensar que hay más personas buenas que malas, o al menos que no soy un imán para la gente desagradable y horrible que pretende hacerme daño.

Me gusta pensar que, como la canción de Joe Jonas, "open heart, open mind, never know who you'll find", me gusta pensar que tengo el valor necesario y suficiente como para atraer a las personas a que quieran ser mis amigues con sinceridad, que puedo convencer a otres de construir algo bonito y sano, una amistad que perdure en la distancia y el tiempo.

Y me gusta pensar que las cosas malas que me han pasado son sólo casos aislados, meros infortunios, que no son mi culpa.

Pero bueno, mis creencias y mis ganas de confíar siguen siendo mías, que exista gente que quiera aprovecharse de mí no es mi problema ni mi culpa ni nada y ya.


Ojalá la amabilidad fuera algo que estuviera de moda para que así cuando lxs extrañxs demasiado amables llegan a mi vida no me asustaran tanto ni me hicieran pensar dos veces en darles mi número de WhatsApp.

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